domingo, 25 de diciembre de 2011

Pintarrajeando la realidad.

Apareciste un día que no marcaba mi calendario, con la sonrisa desabrochada y el corazón deshollinado.
Te inventaste treinta y tres maneras para hacerme sonreir y otras cinco para no echarme de menos.
Viajamos de la mano por tu alma, mi pasado y los sueños.
Me enseñaste que cada mañana hay una sonrisa esperándome en el espejo y que la vida es más divertida si lloras de vez en cuando.

Conjugamos el verbo amar sobre el colchón, bajo las sábanas y entre nosotros.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Aunque sepa que podrías ser tú.

Qué difícil seguir con mi vida, sin ti.
Qué difícil aceptar que sigas con tu vida, sin mi.
Qué impotencia la del no volver a verte y aún así tenerte presente.
Qué imposible se me hace dejar de pensarte...

Y qué caprichosa es la vida, que te da todo, y luego te lo quita.
Y cómo lograr enamorarme, si no es de ti? y cómo haré para engañarme a mi misma si tú sientes lo mismo?
Y se van agolpando los recuerdos, y me come la rabia por no tenerte cerca, por haber dejado todo a medias. A medio querer... a medio sentir.

Ahora toca seguir con lo de siempre, aquello de conocer gente, tratar de encontrar al principe azul... aunque sepa que podrías ser tú.

lunes, 30 de mayo de 2011

Que mi corazón sí late, pero a su ritmo.

Y sin rencores, me fui desprendiendo de tu imagen, desatando los nudos que se me hacen en la garganta, fumigando las mariposas del estómago.
Y sin miedo, me fui preguntando el porqué de esta historia escrita a lápiz, en folios sueltos.

Cuando no me dices que me quieres, pero me echas menos.
Cuando tienes ganas de verme, pero no vienes.
Cuando siento que el corazón me late a mil por hora y en el libro han robado el final.

Es este sentir que no siente, las ganas de no verte para no ponerte un nombre.
Saber que nada es imposible, que el destino no es quien elije.

Y aprieto los dientes y deseo encontrar a alguien. Y deseo que no seas tú.
Para no decirme "te quiero".
Para no echarme menos.

jueves, 24 de febrero de 2011

Un "adiós" en el teléfono, una voz que calla un "hasta nunca".

Esa sensación que me inunda cuando pienso que no volveré a verte nunca más, que no puedo hacer nada para remediarlo, que ni siquiera es culpa nuestra.
Y la angustia al saber que aún me queda una noche por delante, para pensar en ti, para echarte de menos.


Quizás me precipité a soñar contigo pero tengo que decirte que siempre serás mi mejor sueño.
Quizás me he dado cuenta de lo que significabas y ahora te he perdido.
Que eras mi último clavo para sacar otro clavo, y tú no te das cuenta.
Que no se cómo sentirme, que estoy un poco asustada, que esto a mi me viene grande, que no quiero olvidarte, que no te lo voy a decir y que solo quiero cambiarlo todo por un "hasta mañana".


Y a estas alturas quiero que sepas que si no salgo corriendo a buscarte es por miedo a tropezarme, que a mi también me gustaban las chucherias, que no suelo tomar coca-cola.
Quiero que entiendas que te he fallado, que al final te cogí más cariño del debido, que no es así como lo habíamos planeado, y ahora tengo miedo.

Miedo a sentir algo que no debería, simplemente miedo a sentir.
Y mientras me cuestiono qué es lo que siento, el sentimiento se ha roto. ZAS!
Y me quedo vacía.

domingo, 13 de febrero de 2011

Y apareciste tú

Me dejé llevar por esa mirada tierna, por esos ojos vivos.
Me dejé envolver por esa brisa de inocencia, de espontaneidad.
Me dejé doblegar por tus dulces palabras, tus no promesas, tu realidad.
Me dejé sorprender por ti.

Y me preguntaste qué significaba para mi un beso y quise decirte que a veces todo, a veces nada.
Pero no contesté.
Y me preguntaste qué era yo para ti, qué eras tú para mi.
Y quise saber qué contestar.


Y ahora soy yo la que me pregunto qué fuiste y si serás.
Fuiste un jueves a las 5 de la mañana.
Fuiste un cruce de miradas.
Fuiste una sonrisa, cuando más la necesitaba.

viernes, 14 de enero de 2011

Ahí va mi abuela, una GRAN mujer.

Si empezase por el principio serían muchos años, tantos que ni ella los recuerda.
Años que el sudor de su frente convirtió en sonrisas, en orgullo, en superación. Años inundados de lo que aquella mujer fue, de lo que es y de lo que algún día dejará de ser.

Porque somos lo que conocemos, somos recuerdos, lo que la vida nos enseñó a ser, lo que ella me enseñó a vivir... y comienza a olvidarlo.

Y en su cabeza mueren los recuerdos de aquellas cartas azules que él la escribía, aquella caja de madera roída donde las guardaba, aquella chimenea donde las quemó todas poco antes del “sí, quiero”. Olvidará a aquel hombre que cuando menos se lo esperaba la hizo creer en el amor, en los vestidos rojo carmesí, y todas y cada una de las veces que me contó la historia.

Pronto olvidará su nombre, incluso su propio rostro.
Dicen que será un cuerpo vacío, sin alma, que ya no será ella, que se irá antes de que su anatomía pueda darse cuenta. Dicen que ya no me conocerá y que olvidará mis 19 años a su lado, de su lado junto al mio. Y dicen que no hay remedio, que simplemente olvidará y solo nos quedará recordar.

Pero ella dice que no tiene miedo y, una vez más, la admiro.