Te inventaste treinta y tres maneras para hacerme sonreir y otras cinco para no echarme de menos.
Viajamos de la mano por tu alma, mi pasado y los sueños.
Me enseñaste que cada mañana hay una sonrisa esperándome en el espejo y que la vida es más divertida si lloras de vez en cuando.
Conjugamos el verbo amar sobre el colchón, bajo las sábanas y entre nosotros.